"¡Ya tengo mi Chester!", escribió Esperanza Aguirre en su renovada cuenta de Twitter. La candidata del Partido Popular al Ayuntamiento de Madrid se ha hecho con un sofá como el que popularizó Risto Mejide -aunque el suyo es hinchable- y con él recorrerá los distritos invitando a sentarse a todo el que quiera hablar con ella.

Se trata de la última genialidad de una mujer que nunca deja de sorprender y que se ha tomado muy al pie de la letra aquello que la dirección nacional de su partido ha pedido insistentemente a sus candidatos: una campaña muy pegada a la calle.

Con la originalidad y la frescura que ella imprime a la suya a diario, Aguirre está consiguiendo marcar tendencia entre sus compañeros, que no pierden detalle de todo lo que hace. Y, además, desesperar a sus rivales, incapaces de competir con la reina del desparpajo.

Cuenta el diario El Mundo que Aguirre es capaz de someter a todo el que quiera estar en su candidatura a un examen de cualificación retransmitido por streaming desde la sede del PP de Madrid; de habilitar un número de móvil para que los ciudadanos se dirijan a ella por whatsapp; de conseguir que cientos de madrileños rellenen un cuestionario on-line sobre cómo mejorar la ciudad y se lo envíen; de llevarse de calle a los taxistas madrileños compartiendo la mañana con ellos a través de la emisora del gremio; o de vestirse de chulapa si hace falta.

Su precampaña electoral tras la vuelta a la primera línea de la política está suscitando tanto interés que ha traspasado fronteras. Varios medios extranjeros han solicitado entrevistarla, entre ellos el diario británico The Telegraph y las revistas Newsweek y Vértigo (esta última mexicana).